Autobello 2021 en Madrid

A principios de este mes de Julio de 2021 asistí a la edición anual de Autobello en Madrid. Ha sido mi tercera asistencia, lo que me da cierta perspectiva para analizar su evolución.

Autobello nació en Madrid en 2008 como una reunión exclusiva, y hasta clasista, de aficionados a coches y relojes de muy alta gama. Como menciona el díptico promocional en una especie de definición: “Bienvenido al jardín de los juguetes para mayores”.

Su impulsor es Emilio Olivares, director de las revistas Car España (edición en español de Car Magazine, del Reino Unido) y SMQ, acrónimo de Señor Marqués. Hasta ahora Autobello celebraba cuatro ediciones cada año en España, en las ciudades de Madrid, Bilbao, Marbella y Barcelona; desde 2021, a Bilbao le sustituye Portimao, en Portugal.

Está claro que Autobello no llega al inmenso nivel de actos similares en el extranjero, ni al menos por ahora lo pretende. No es Pebble Beach, porque no incluye subastas ni en España hay tantos millonarios como en California; no es Goodwood porque no tiene esa implicación de las marcas ni de la competición, y porque la afición al automóvil es mayor en el Reino Unido que en España; y tampoco es una de esas fastuosas celebraciones a orillas del lago Como, porque hay muchas diferencias entre Suiza y España.

Pero en cierto modo es todo eso en pequeño, ya que coinciden los conceptos de ubicación lujosa, coches de ensueño, presencia de otros objetos de lujo (relojes, buena comida, excelente bebida) y personas vestidas con elegancia, lo que supone un derecho de admisión implícito. A este respecto no tiene desperdicio el comentario sobre el código de vestimenta que cada año incluye el folleto anunciador, que igualmente sirve como definición del acto; en el de 2021 se leía: “El código de vestimenta para señoras (siempre a sus pies) es muy libre, pero no para hombres … El chándal chavista, las camisetas-preservativo de publicidad italo-galo, los polos manteros de colores chillones, la manga corta y más corta, los pantalones de crucero con sandalias “tibetanas”, así como los que no porten chaqueta de hombros rígidos o americana-blazers … esta vez no podrán entrar por falta de decoro al estilo de nuestros invitados”.

Mi primera asistencia fue la de 2017, cuando aun se celebraba en La Casa de Mónico, un lugar habitual de bodas y reuniones de empresa de cierto nivel, en las cercanías de la ciudad de Madrid. Me pareció una fiesta con cierto tono privado, aunque acudiéramos unos cientos de personas, centrada en automóviles tan exclusivos como discretos, a los que se añadía alguna moto y unos pocos relojes buenos.

No solo había un número agradablemente elevado de unidades de Ferrari y Lamborghini, actuales y clásicos. También los Porsche estaban bien escogidos, había algunas exquisitas restauraciones de Mercedes de los ´50 y ´60, y me pareció estupendo que dejaran entrometerse a un Citroën DS.

Volví en 2018 ya al Hipódromo de Madrid: mucho más espacio disponible y el inicio de mi percepción de cambios. El atractivo arquitectónico de lugar es indiscutible, un emplazamiento idóneo para una reunión en una noche de verano. Y tanto el cóctel como la cena justificaban el alto precio de las entradas para quienes no habían conseguido una invitación. Había presencia oficial de McLaren y Lexus, y de algún compraventa con ínfulas que ofrecía Porsche 997.

La edición correspondiente a 2021 se ha celebrado en el Club de Polo Los Mariachis, de San Fernando de Henares, al noroeste de Madrid, un lugar a años luz, en los mapas y en el prestigio, de las ubicaciones precedentes.

La celebración parecía más una fiesta multitudinaria que toma como base o excusa los coches, y la adorna con relojes caros y bebidas alcohólicas de calidad. Nada que objetar ni al tinto de La Rioja, ni al vermut gallego Petroni, especialmente al blanco.

Solo que se vieron cosas impensables en ediciones anteriores. Por ejemplo, una de esas empresas que confunden exclusividad con falta de discreción, que piensan que más es necesariamente mejor, y que creen que están mejorando modelos exclusivos de Ferrari o Rolls cuando los están adulterando y vulgarizando; vamos, como Mansory solo que en versión española.

Y qué decir de la invasión restomod de Land Rover Santana, que tomó venerables todo terreno andaluces de rancia estirpe inglesa y los distorsionó: llantas de aleación enormes y poco discretas, neumáticos de uso extremo, pintura inapropiada por lujosa, y una restauración exagerada para un vehículo simple de uso rústico. El mayor exponente de ello fue una unidad con carrocería tipo pick up, con techo de lona delante y bancos corridos detrás, a la que habían añadido un estruendoso equipo de sonido, y dos jovencitas bailando como gogós en la parte trasera.

Igualmente me sorprendió la presencia de cuatro marcas premium: las tres alemanas (Audi, BMW y Mercedes) más Lexus, y el abundante despliegue de Porsche. Eso sí, hay que elogiar y mucho el Rolls Royce Dawn en un elegante “Scala Red” como color de carrocería, un genuino Porsche 959 en estado de concurso, Ferrari de la época discreta (o al menos más discreta que actual) como 328 GTS, 512 TR o un Dino, y varios 911 de cuando eran pequeños de tamaño.

Sobre los posible futuros pasos en esta evolución de Autobello Madrid, me ilustró alguien que frecuenta el de Marbella: en pleno verano, con una parte representativa de los millonarios del mundo presentes en la zona, el subsector de coches del millón de Euros, como Pagani o Koenigsegg se encuentra en su salsa.

¿Evolucionará Autobello Madrid en la dirección que marcan las ediciones anteriores, en la de Marbella, …? Espero descubrirlo en Julio de 2022.


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