Una subasta de clásicos
Tras años siguiendo con envidia las subastas de coches y motos clásicos en los países anglosajones, por fin se ha celebrado una en España y asistí a una de las dos jornadas. Disfruté, aprendí y no me perderé la siguiente.

En algunos sectores, como el del arte, es relativamente habitual comercializar productos a través de subastas públicas. El del automóvil, en España, es poco dado a ello, por lo que miraba con envidia esas subastas de todo tipo de vehículos en los países anglosajones, especialmente en el Reino Unido. Y más allá de las que manejan precios escalofriantes para vehículos únicos que se suceden en Londres, Suiza y Pebble Beach, me atraían las más mundanas, esas subastas británicas en las que, en una tarde, salen a puja hasta varios cientos de coches, bastantes de los cuales están al alcance de nosotros los mortales.
Por eso asistí recientemente a la subasta que Melvin Auctions organizó en Ifema (Madrid) coincidiendo con el salón de vehículos clásicos Retromóvil. El catálogo anunciaba un total de 188 lotes, desde motos en mal estado con más de cien años, a coches clásicos deseables con precios esperados de seis dígitos. El resultado no decepcionó.
El primer punto que aprende el recién llegado a una subasta es que resulta imprescindible aprender unas normas básicas, además de hacerse con el lenguaje que se emplea. Y el punto inicial es que se puede pujar de tres maneras: en persona (“en sala” lo llaman), a través de la web de la casa de subastas, o por teléfono. En cualquiera de los casos hay que inscribirse previamente, ya que ganar una puja supone que se ha cerrado una compra, por lo que es obligatorio firmar el contrato de compra-venta y, claro, realizar el pago que corresponda.
En caso de que se puje en sala, el pujador recibe una tarjeta (se llama “paleta”) con su número; es lo que hay que mostrar de modo claro cada vez que se realiza una puja, y también si se ha ganado, para que se adjudique el lote.
En las pujas no son los postores quienes deciden el precio de su oferta, ya que hay una escala ya establecida por la casa de subastas. En este caso, si el precio era inferior a 999 €, las pujas subían de 50 en 50 €; hasta 1.999 € subían de 100 en 100 €; si el precio saltaba hasta 4.999 €, las pujas ya escalaban de 200 en 200 €; en el espacio hasta 29.999 € el crecimiento era de 500 €; de ahí a 99.999 € había que añadir 1.000 € en cada puja; y si el precio llegaba a los seis dígitos, las pujas crecían en saltos de 2.000 €.
Y el último punto que hay que aprender, quizá el básico, es el concepto de precio de reserva. Si un vendedor no establece precio de reserva, quiere decir que la puja se cerrará y adjudicará a la oferta más alta, sea la que sea, ridícula o disparatada. Como las pujas se abrían en Retromóvil en 50 €, existía la posibilidad de que, si solo había un interesado en el vehículo, ofreciera 50 € y se lo llevara. No sucedió en ningún caso, aunque algunos lotes sin precio de reserva se cerraron con precios inferiores al de mercado.
Si hay precio de reserva, la puja no se cierra si no se alcanza esa cantidad; sin embargo, los postores no saben cuál es ese precio hasta que se alcanza en la subasta, de modo que suben y suben sus pujas solo sabiendo que a ese precio todavía no se lo van a adjudicar y sin saber cuánto han de subir sus pujas para llegar al precio de reserva. En la subasta hubo varios vehículos tan caros como apetecibles que no se adjudicaron por no alcanzar el precio de reserva; por ejemplo el Alfa Romeo Montreal de 1973, el Maserati Merak SS de 1977 y la Bimota DB7 de 2009. Por el mismo motivo tampoco se adjudicó el SEAT Ibiza de 1968 que se utilizó en el rodaje de la serie “La casa de papel”.
Si un vendedor establece precio de reserva, se guarda el derecho de retirarlo cuando estime oportuno. Es una maniobra que se suele realizar si las pujas se acercan al precio deseado, pero no lo alcanzan; entonces el vendedor ha de escoger entre conseguir algo menos del mínimo que esperaba o no venderlo. Sucedió, por ejemplo, con la puja por un vehículo poco habitual: un Mercedes W123 coupé con motor 230, que había sido transformado en descapotable por el carrocero alemán Bähr (no confundirlo con Baur, otro carrocero alemán que también hacía transformaciones de coupé a cabrio, en su caso para BMWs de la Serie 3). La puja llegó a 23.500 €, se quedó parada y se cerró sin adjudicar. Entonces el vendedor indicó por teléfono que retiraba el precio de reserva, por lo que se invitó al último postor, al que había ofrecido 23.500 €, a que repitiera su oferta: así lo hizo y se le adjudicó el Mercedes a ese precio.
Algo similar sucedió unos minutos más tarde con un vehículo más apetecible y más caro: un Porsche 911 2.0 SWB, vendido originalmente en el concesionario de la marca en San Francisco en 1967, y en un estado impecable. Con precio de salida de 72.000 €, la puja escaló hasta los 118.000 €, aun por debajo del precio de reserva. Con la puja cerrada y el Porsche ya inscrito como “no adjudicado”, el vendedor retiró el precio de reserva y el último postor se lo llevó al precio de su puja final.

Mis conclusiones son que, si no hay precio de reserva y los postores no se “calientan”, los precios de cierre son razonables e incluso están por debajo del mercado. Sirva como ejemplo el lote 205, un SEAT 131 Supermirafiori 1.600 de 1979, en buen estado y sin uso desde 2012, que se cerró en 2.800 €. Aun más interesante fue la puja por un precioso FIAT 1500 Cabriolet de 1965, más mantenido que restaurado, en uso y con solo 37.500 km: se abrió la puja en 9.000 €, unos segundos después ya estaba en 17.000 €; finalmente se adjudicó por 18.500 €. Aun si la puja se pone interesante (como en el caso del Aston Martin V8 que se expuso al presentar el modelo en el Salón de Ginebra de 2007), se puede cerrar a un precio lógico: esta subasta se abrió en 36.000 € y un postor se lo llevó por 56.000 €.
Si hay precio de reserva, suele ser alto y resulta más difícil comprar a buen precio, hasta tal punto que hay lotes que no reciben puja alguna; por ejemplo, el Citroën XM V6 de 1999, en estado impecable, con precio de reserva y salida de puja en 8.000 €, que no recibió ofertas.
En todo caso, iré la siguiente y quizá hasta puje.





Me encantaría escuchar tus comentarios